febrero 26, 2023 amuge

Hemos participado en la mesa antirracista del Encuentro Internacional Feminista 2023

Tamara Clavería, responsable de AMUGE, habló de nuestro trabajo de feminismo gitano comunitario, en una mesa moderada por Rita Bosaho que compartió con Gabriela Wiener Bravo, Mónica Benicio y  Ericka Ñanco. Puedes leer o ver aquí nuestra ponencia:

Buenos días, egun on, lacho dives.

Es un honor poder hablar en este espacio sobre feminismo gitano y, en concreto, sobre AMUGE, la asociación de mujeres gitanas de Euskadi, que es un proyecto comunitario. El nuestro es un feminismo de barrio, del barrio de Otxarkoaga en Bilbao, al que el sistema racista, capitalista y patriarcal impone políticas de segregación urbanística y escolar, entre otras, convirtiéndolo en uno de los barrios más empobrecidos de Euskadi.

AMUGE nace en 2003 como asociación autónoma de mujeres gitanas, que se rebela ante toda tutela en 2012. Esa autodeterminación nos ha llevado a afirmarnos como feministas gitanas, a participar en el movimiento feminista de Bilbao, además de en el antirracista.

Nos apoyamos en la teoría de la interseccionalidad desarrollada por nuestras hermanas afrofeministas para dar cuerpo a lo que nos sale solo: pensar el feminismo interrelacionado con el racismo y el clasismo, como los tres ejes de opresión que, como mínimo, atraviesan nuestras vidas (además de otros, como la edad, la discapacidad, la diversidad sexual y de género, etc.)

Por eso estamos pasando de hablar de antigitanismo de género a antigitanismo interseccional. A esta conclusión llegamos entre 150 primas y tías en el Primer Congreso Internacional de Antigitanismo de Género, organizado por nosotras el pasado mes de octubre.

Sistematizar nuestras acciones es complejo, ya que interrelacionan la atención directa con procesos de cambio social y empoderamiento individual y colectivo. Y no podría ser de otra manera, en un contexto tan precarizado como el nuestro:2 de cada 3 familias gitanas vascas no tienen cubiertas sus necesidades básicas, llegando a ser un 43% las familias que viven en extrema pobreza. Para nosotras, las mujeres gitanas, la situación se encrudece aún más: Tenemos 20 años menos de esperanza de vida y únicamente el 6% tenemos el graduado escolar.

Sintetizándolo mucho, nuestra línea de trabajo no es ni únicamente el activismo, ni únicamente la intervención social. Combinamos ambas constantemente con un objetivo común: Luchar contra el antigitanismo y sus consecuencias en las vidas de las mujeres gitanas desde prácticas feministas y antirracistas.

Una de las bases para ese empoderamiento colectivo, y también para la incidencia social hacia la sociedad paya, es conocer nuestra historia.

Sabemos que los estereotipos antigitanos han sido una de las herramientas que han justificado la persecución hacia nuestro Pueblo y que, como bien explica nuestra prima Patricia Caro Maya, esos estereotipos han adoptado una naturaleza dicotómica y diferencial cuando se refieren a los hombres gitanos o a las mujeres gitanas.

Por ejemplo, desde los tiempos de Miguel de Cervantes, las mujeres gitanas hemos sido retratadas como zalameras y embaucadoras, y los hombres gitanos como vagos y delincuentes.

Estas estrategias no buscan solo deshumanizar al pueblo gitano para justificar su persecución, sino también construir a los y las gitanas como “la otredad por excelencia en Europa” (en palabras de la jurista y escritora gitana Pastori Filigrana) que sirve para aleccionar moralmente a la población blanca, construyendo un canon de buena mujer en contraposición a ese arquetipo estigmatizado.

En el siglo XXI, se nos estereotipa como mujeres sometidas a hombres machistas, en contraposición a las mujeres blancas, supuestamente liberadas, y a los hombres blancos, supuestamente deconstruidos.

Como decía, una herramienta para desactivar estos estereotipos desde la raíz es conocer y divulgar nuestra historia, no solo hablando de los episodios más duros de esta persecución, como los intentos de exterminio contra mi pueblo, sino rescatando del olvido las historias de resistencia de nuestras ancestras. Es por ello que estamos investigando las huellas de mujeres gitanas en la historia de Euskal Herria, para saber lo que vivieron las curanderas perseguidas por la Inquisición o recuperando los saberes de las comadronas gitanas de distintas épocas, entre otras.

Creemos que es importante contar que llevamos seis siglos resistiendo a las acusaciones de que somos ladronas por naturaleza, un prejuicio extendido por los medios de comunicación y que tiene un impacto directo en nuestras vidas: que no podemos hacer ni las compras tranquilas, sin tener al personal de seguridad y de tienda encima. Por eso, uno de nuestros proyectos durante los dos últimos años ha sido la campaña “Nos persiguen”. En 2021 demostramos que este hostigamiento hacia nosotras es sistemático, utilizando la metodología testing en supermercados y centros comerciales: En un 80% de los establecimientos a los que acudimos, las mujeres gitanas fuimos perseguidas sistemáticamente desde la entrada.

Además, el pasado enero recibimos dos casos de humillaciones en tiendas de ropa y de perfumería que nos llevaron a responder con una rueda de prensa y una manifestación, además de explorar vías jurídicas y administrativas para lograr reparación para estas mujeres. Nuestro objetivo es triple: que las mujeres gitanas respondamos de forma colectiva ante esta vulneración de nuestros derechos; que la ciudadanía tome conciencia de esta injusticia y rompa el silencio ante estas situaciones; y que establecimientos y cuerpos de seguridad desarrollen y revisen sus protocolos para que se nos deje de tratar como sospechosas por ser gitanas.

Otro proyecto en curso es el Diagnóstico sobre atención a las mujeres gitanas víctimas de violencia de género en los servicios esenciales de Euskadi. El diagnóstico, elaborado a partir de grupos de discusión y entrevistas en profundidad, ha permitido identificar los sesgos etnocéntricos y antigitanos que obstaculizan la protección a mujeres gitanas en situación de violencia. Además, partimos de poner en valor los mecanismos dentro del Pueblo gitano, trabajando con las arregladoras y arregladores, que son nuestras figuras de autoridad y de mediación, para que tengan más conocimiento del ciclo de la violencia machista. Vamos a formar a las profesionales para que cambien su mirada etnocéntrica y seguir trabajando también con las mujeres gitanas con un discurso y unas estrategias propias ante la violencia machista.

Este proyecto es una muestra de la importancia de transversalizar el antirracismo y la perspectiva intercultural en las agendas feministas, tanto activistas como institucionales, porque, de lo contrario, seguiremos tomando como referencia las realidades de un sujeto concreto, la mujer paya-blanca-autóctona, y excluyendo a todas las demás.

Como gitanas feministas, observamos esa tendencia cuando el movimiento feminista y las instituciones de igualdad piensan otras cuestiones. Me voy a referir brevemente a dos:

  • Los cuidados: Vemos que la mayoría de propuestas feministas se orientan a la externalización de los cuidados, lo cuál choca con nuestra cosmovisión y nuestras prácticas cotidianas. Además, tenemos reivindicaciones concretas (compartidas con otros grupos de mujeres), como que los permisos por nacimiento y adopción sean universales, no solo para personas que cotizan, o que se reconozca la pensión de viudedad a las mujeres casadas por el rito gitano.
  • Las nuevas masculinidades: Porque todo el discurso de renuncia de privilegios y de posición social chocan con la realidad de los hombres gitanos. Es importante que las feministas blancas entendáis que conceptos tan básicos para vosotras como la división sexual del trabajo o la brecha salarial de género no operan de la misma manera en el Pueblo Gitano.

Y, sobre todo, creemos que, más allá de hablar de nuestras discriminaciones específicas, también tenemos mucho que aportar a los feminismos. Por ejemplo, ¿quién mejor que el Pueblo Gitano para mostrar en qué se traduce eso tan de moda, de poner la vida en el centro? Nais tuqé!